Hasta ahora no encuentro la explicación de ese viaje. Era una noche aburrida en la oficina, era noche porque mi jefe estaba de vacaciones y me había dejado el kiosco a cargo. Era muy tarde y aún tenía pendientes que hacer pero los tenía que terminar pues el sábado sería un día corto, y no porque sólo trabajo hasta el mediodía, sino porque tenía que viajar a Trujillo.
Él estaba en el msn y yo tratando de continuar la conversa a través de esa pagina web sustituta de msn ya que la mayoría de corporaciones te prohíbe tenerlo instalado. Muchas risas y enojos de siempre pues con él nada han cambiado. Aún sigue siendo el chico del cual alguna vez me ilusione (para variar) y que nunca conocí, a parte del msn y el teléfono. El vive allá y yo acá a
El sábado llego y había pasado toda la mañana llamando a cuanta empresa de transportes haya para preguntar por boletos. Todas salían a las 12.30 (una especie de colusión, ni idea) y después de ese horario plan de 9 o 10 pm. No quería ir a Fiori porque me daba miedo no llegar, miedo que seguí teniendo a pesar de ir en la empresa más reconocida del país. Anyway. Regresé a mi casa y tome una siesta toda la tarde, pero al despertar ¡tuve flojera de ir! Me quería retractar (y ojala lo hubiera logrado) pero ya era tarde; entre un rato al msn y lo encontré y lo primero que me preguntó fue a que hora salía. Le dije que a las 10 y eran las 8. Me despedí, me bañé y me fui a
La empresa en la que pensaba ir ya tenía el último bus a medio camino y bueno, de casualidad fui a preguntar a la otra, que se alucina mega vip, pero terminaron rematándome el boleto a pesar que no lo pedí ya que no había gente. Compre el boleto y me fui a Trujillo. El roche con mi vieja es que no me creyó que me estaba yendo con mi mejor amiga, me pidió que le pase el teléfono pero invente una excusa que me creyó a la mitad, no porque me lo dijera sino porque la conozco. En el camino hacia allá no podía dormir, no conciliaba sueño. No se que pasaba. Sólo quiero recordar el monólogo de Ashton Kutcher acerca de las dos mitades. No me acuerdo el nombre de la película, pero si el mensaje de la misma: las mitades como complemento de la otra, no como suplemento.
Al fin llegue y lo esperé en la plaza de armas. Llegué a las 7 y lo esperé hasta las 9, y no fue su culpa, sino que sus padres le restringen muchas cosas, pero a pesar de eso, paso conmigo todo el día. Los detalles turísticos son de omitir (conozcan), lo que no puedo omitir es que cada hora que pasaba me enamoraba más (ilusionaba) de él. Al llegar al mirador de Huanchaco y conversar por toda la tarde, me di cuenta que yo lo quería para mi pero él no me veía para él. El siente por mi sólo amistad y yo debería sentir lo mismo por él, pero por ahora no puedo. A pesar que somos diferentes, podríamos llegar a ser complementos pero hay algo que nos limita más que la distancia: nuestros miedos. Ambos somos personas con profundos miedos y necesitamos de otra que nos brinde esa confianza suficiente para vivir plenamente sabiendo que alguien te ama tanto tú a él. Yo siendo sincero, no puedo ofrecer algo que no tengo. Él también. Fue por eso que sólo somos amigos.
Yo no me quise regresar. El deber me llamaba el lunes y retorné el domingo por la noche. Sólo tuvimos una oscura despedida, pues su papá lo llamo antes que mi bus saliera, y tuvo que regresar rápido. Lo único que conservo de él es su llavero, que intercambiamos a manera de símbolo. El día había pasado lento con él. Me aseguro que hace mucho que no pasada un día tan agradable. Le dije lo mismo y que había valido la pena el viaje para mí. Pero para mi corazón no.
Le prometí regresar en verano. Él iniciará su ciclo en su universidad y se meterá de lleno como siempre lo ha hecho. Yo volveré a Lima la estresante. Lo que no sé aún, es si estoy haciendo bien en alejarlo poco a poco de mi vida con tal de evitarme desilusiones mayores. No sé, de estas cosas no sé.