Una de las lecciones más importantes que te enseña el trabajo es el verdadero valor del dinero. No el contable, económico o el de cualquier otra perspectiva, sino el esfuerzo de ganarlo y, sobretodo, cómo, donde y con quién gastarlo. Antes probablemente él único esfuerzo que hacía para obtenerlo era un proceso de incansables mimos para que llegue el fin de semana y mi madre suelte todo lo que necesitaba. Hoy por hoy lo único que le pido es permiso. Aunque no parezca, me siento mejor al gastar algo que me costó esfuerzo durante toda una quincena para disfrutarlo de la manera que más me plazca, sin rendir explicaciones a nadie. Total, es mi dinero y yo soy mi propio contador. Nunca fue para mi un problema saber donde y cómo gastarlo, son cosas que siempre las tuve y las tengo claras, pero muchas veces con quién salir era todo un problema, incluso ahora.
No recuerdo la cifra de cuantas citas he tenido en mi vida, pero si recuerdo la forma como se presentaban las situaciones. Antes, casi siempre llevaba lo suficiente para mi taxi, algo para comer, tal vez el cine y, bueno, un adicional por si aparecía un imprevisto (“¿te parece si vamos a un lugar más cómodo?”). Lo curioso de todo, y tal vez me llamen duro, es que casi siempre era muy al estilo norteño, osea, cada uno bailaba con su propio pañuelo (fácil por eso soy fanático de la marinera). No siempre era así claro está. Yo no tenía ningún problema en invitar alguna noche, pero ellos preferían pagar. Otros, muy al contrario, prefieren ser invitados, tal cual un señorito de su casa. ¿Con que tipo me fue mejor? Pues con los primeros.
No tengo nada en contra de invitar a alguien a salir, es más, muchas veces lo hago con mis amigos, pero en una primera cita no me parece la situación más adecuada. Siendo sinceros, nadie sabe a ciencia cierta si la pasarás bien o mal en esa salida y a veces es mejor no arriesgarse invitando en una primera vez. Además que este tipo de actitud habla mucho de una persona. Una salida sin compromisos, relajada no depende mucho del lugar, sino de la compañía. El problema con los invitados es que el “patrocinador” siempre va esperar algo a cambio. Bien dice el dicho popular “boquita que come, c*lito que paga”. Aunque no es mi caso en particular, y las personas que me conocen lo saben. Generalmente no acostumbro a pedir nada a cambio de cualquier cosa que haga, esa es mi manera de decir a un amigo lo mucho que lo quiero o lo estimo, pues muy pocas veces soy algo expresivo o detallista.
Otra cosa que me parece ridícula, es que los roles en la cama se transfieran a todo lo demás. Si el activo es el hombre, entonces el pasivo… Soy una persona totalmente tolerante, puedo ser algo presumido a veces, pero nunca le hago asco a nada. ¿A que viene todo esto? No me gusta cuando piensan que porque uno tiene un determinado rol tendría que serlo para todo el resto. No way. A mi me cuesta horas de horas estar sentado en una oficina trabajando y con eso puedo comprar lo que quiera pero jamás estaría dispuesto a comprar un novio. No lo haré ahora y menos cuando sea mucho mayor. Para mi es algo lamentable ver a gente de 30 o 40 años saliendo con chicos por un poco de cariño, y estos explotando su juventud y sus lozanos rostros para luego lucir a su punto de la noche, que pondrá los tragos a todos sus amigos. Tal vez en algunos casos exista amor verdadero, pero no conozco ninguno de cerca.
A pesar que el tema del dinero muchas veces parezca ridículo y poco caballeroso, es esencial tomarlo en cuenta. No todo en la vida es color de rosa y del amor sólo no se vive. A pesar que uno pueda manejar cierta estabilidad, y “lo cortés” sea que uno pague, ir a medias es lo más justo y menos incomodo, pues en una salida se supone que se divierten los dos no uno sólo. Nadie esta pagando los servicios de compañía del otro. Si se comienza invitando una primera y las demás veces, tengan por seguro que siempre lo harán, porque si llegan al noviazgo así ya no habrá marcha atrás y te convertirás en el financista de su vida. Una excusa como el de “mi vieja no me da” pueden ser cierta, pero no cuando él se jacta de llevar una vida acomodada. Si no tienes para una cita, pues ni modo para otra será. Y si siempre pagas, pues allá tú, resígnate a ser el amigo con plata del grupo. Ustedes, ¿qué opinan?
p.D.1 Podrán llamarme duro, codo, tacaño, solterón, todo lo que deseen, las aceptaré. Prefiero eso a ser el tonto útil o novio regalón de alguien.
p.D.2 Aunque pareciera lo contrario, no estuve de mal humor cuando escribí este post.
2 comments:
buenas!!
Opino exactamente igual que tu, en una cita, se supone que se lo pasan bien las dos personas, y no solo uno de ellos.
Luego, si ya decides "hoy por ti, mañana por mí" eso ya es otra cosa
salu2, y bss!
Uhmm bueno, conmigo nunca se ha aplicado esa frase conocida, pero creo que no está mal que cada uno baile con su pañuelo, saaaalvo que sea una ocasión especial pues no ?.
Saludines =)
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