lunes, 19 de enero de 2009

Esta será tal vez...

Una canción más que mil palabras... I need a little break!

martes, 13 de enero de 2009

¿Jugador?¿yo?

Un día de estos, antes de comenzar con mi rutinario trabajo:


Jefecito             : Puta, ayer me cague la pierna en una peloteada.

Asistonto (yo)   : Ah, pucha, que fue?

Jefecito             : No nada, hace tiempo que no peloteaba y me cague los meniscos

Asistonto (yo)   : Si, fácil. Es la clásica.

Jefecito             : Pero de hecho que me recupero para la gymkana, ahí la hacemos. Juegas no?

Asistonto (yo)   : No

Jefecito             : Que?

Asistonto (yo)   : No me gusta el futbol.

Jefecito             : Ah? Porque webon?

Asistonto (yo)     : No me gusta, nunca me gustó.

Jefecito             : Ummmmm, ok


Si alguien debería acabar sus días entre pelotas y canchas de gras, ese debería haber sido yo. Mi padre fue uno de los peloteros más prodigiosos que su tierra vio nacer y mi madre una de las mejores voleybolistas que haya pisado el Estadio Nacional. Entonces lo más lógico era que su primogénito, osea yo, fuera todo un deportista y que además sea el mejor para traer los laureles y orgullo a la familia. La verdad que no. Tan cruel fue el destino para mis padres que nunca me gustó una pelota.


La verdad que antes de saber mis verdaderas preferencias (en realidad, de descubrir que mis preferencias eran más amplias), nunca me gustó ese deporte, no le veía la gracia. Detestaba pisar un estadio, me parecía un lugar tan llano y aburrido. Mis viejos siempre hicieron todo lo posible por que me guste. Academias de fútbol, fotos con jugadores, camisetas de Alianza Lima, pelotas por montones. Pero nada, el fútbol me parecía tan interesante como escuchar una conversación de dos pasivos saliendo del DownTown.


A medida que fui creciendo, mi desinterés se fue convirtiendo en rechazo. No me extenderé en las razones por las cuales no me gusta el futbol nacional, ya que son las mismas razones por las que no me gusta mirar un partido de futbol. Mis amigos lo saben; saben que no entiendo ni un solo término del tema, que no se cuantos equipos son, no se las estrategias que utilizan (para mi sus alineaciones me parecen tan complicadas de entender como los números que gritan los dateros a las combis), y todo cuanto tenga que ver con una esférica, redonda, circular, etc. No niego que me emociona ver a la selección jugar, aunque sepa el resultado final, pero creo que en ese caso es más una cuestión de euforia patriotera, que también podría sentir por otro deporte.


En realidad, no soy bueno para casi ningún deporte. Alguna vez practique natación y ahí quedo, no le di mas. Otra ocasión intenté el básquet (por mi talla), pero las zapatillas que utilizan me parecen horribles. Ahora, estoy tratando de animarme para entrar al gimnasio, recortando horas a otras actividades, lo intentaré pero no me prometo nada. Mi profesión no me obliga a ser el más guapo del mundo, pero, como me dijo un amigo, tendría que hacerlo por mi mismo, por sentirme bien y que eso se refleje en mi ruleteada autoestima.


Lo que si no sé es si es cuestión de género. Creó que a la mayoría de gays no les gusta, aunque tampoco caeré en la versión trillada de que sólo les gusta el voley. Lo que si estoy seguro, es que así como yo, hay muchas más mentes lúcidas (Ja!).

 

p.D. Para muestra, un botón.



lunes, 5 de enero de 2009

[...]


Soy muy malo para expresar mis sentimientos, y él se dio cuenta. Para mí fue una noche de primeras veces. Fue la primera vez que casi no llegó a la hora y decidí tomar un taxi desde un lado (mi casa) hacia el otro lado de Lima (el parque Kennedy), al precio que sea. Fue la primera vez que camine tanto en una cita (si es que puedo llamarla cita). Fue la primera vez que a pesar que me gustaba tanto, no lo besé o abracé. Fue la primera vez disfrute tanto de una ensalada de frutas. Fue la primera vez que la noche me pareció corta. Fue la primera vez que salí con él.


Él es un chico conocido. Muy lindo y fue una de las pocas personas que oso agregarme. Nos conocimos hace poco y creo que desde el principio apareció algo, a pesar de ciertas vaivenes que se dieron en el camino. El es menor que yo, estudia una profesión totalmente diferente a la mía, pensamos muy diferente en muchas cosas y es muy posible que vivamos vidas totalmente diferentes. A pesar de todo, quisimos conocernos. Tal vez no soy bueno para revelar los detalles, pero puedo asegurar que, al menos yo, la pase muy bien.


Lo único que no me gustó, fue no abrazarlo cuando quería en pleno puente de la bajada de Balta, cuando caminábamos como dos desorientados cerca de las 10 de la noche. Me dio miedo no ser correspondido, aunque después el me dijera que fui un tonto porque si lo hubiera hecho. Tal vez es mi rara personalidad que retrae mis sentimientos hacia dentro cuando deberían salir despavoridos. Después de comer yo quería quedarme pero él tenía que regresar a casa. Lo acompañe a tomar su taxi, y se despidió diciendo que ya esperaba nuestra siguiente salida. Yo esperaba el mío pero apareció un bus y bueno, ahorro es progreso. Me llamó en el camino y lo poco que pude entender, por los ruidos de radio la Mega a la medianoche, es que tuve que abrazarlo. Mejor hablamos al llegar a mi casa. Aunque me suponía que para entonces estaría dormido, Y así paso.

 

p.D. Sólo espero que trates a nuestro Globo como si fuera el más bello producto de lo que pasó esa noche.  No se que estaría naciendo en mí, pero estoy seguro de que sea lo que sea, es sincero.