lunes, 29 de junio de 2009

Activo pero no activista

Este sábado para mi uno como cualquier otro, salvo porque fue el término de una semana súper difícil. El asunto es que a la 1 tome mi bus para irme a la universidad después de la oficina; como siempre me quede dormido apenas encontré un asiento. No desperté hasta que llegue a mi facultad y encontré un afiche acerca de una exposición de Esther Vargas días antes y de la dichosa marcha del orgullo. Al ver la fecha noté que era ese mismo día. Fue impactante para mí ver ese tipo de afiches en San Marcos, y bueno acompañados de clásicas pintas represivas a la comunidad gay. Seguí de frente.


Por más que trataba de pensar en una situación similar, no pude encontrar símil alguno. No es fácil tocar este tipo de temas tratando de ser imparcial, sobretodo cuando trato de no serlo. Pero el tema pasa porque no me siento nada identificado con esta marcha. Jamás la he celebrado o acaso celebraré el día del orgullo gay.


A estas alturas del partido, escandalizados lectores me tildaran de reprimido, y la verdad que no me interesa tanto saberlo pues cada uno es libre de optar por la opción que tiene. Si a ser cauto y no andar publicando mi orientación por todo el centro de Lima le llaman represión, entonces soy reprimido. El asunto pasa porque yo no tengo que sentirme orgullosos de una condición que es natural en mí y de la que no reniego, es parte de mi, tanto como mi humanidad o mi hombría, anatómicamente hablando. Ser gay es chévere, mientras uno no afecte la sensibilidad del resto, que puede pasar por posarse en su frente y gritarle al rojo vivo que uno está orgulloso de serlo. La idea es serlo no parecerlo.


En realidad, me arriesgaría a afirmar que este tipo de actividades solo degeneran más la imagen de un gay ante la sociedad. Imaginen que un chico decide confesar que es gay ante sus padres; de pronto, aparece en la televisión una feria de colores, exageraciones y locas sin fin que expresan su orgullo gay ante miles de personas que consideran que un gay puede terminar siendo así. A pesar que es tonto generalizar, ellos en realidad no representan a la comunidad entera (que en realidad llamarlo comunidad es como aislarlos en una especie de geto).


Entonces porque las marchas tienen que ser así, simbolizando y exagerando la frenética vida que puede tener un gay. Esto es una condición personal, que corresponde a muchos deliberarlo o no. Además, se ve que los asistentes a estas marchas, muchos de ellos, terminan tapándose el rostro ante la aparición de las cámaras. El escándalo no reivindica derechos, sólo los ahoga más. Todos tenemos los mismos derechos, mientras no afectemos la vida del resto. El hecho de ser gay no me obliga a glorificarlo, simplemente lo soy y punto.


Siempre me preguntan porque no voy, y la respuesta es sencilla: no marcho no porque no me sienta orgulloso de ser gay, sino porque esa no es mi naturaleza, soy práctico y casual. No parezco gay pero lo soy, y eso no lo tengo que gritar en las calles. Si ellos me tildan de poco solidario, pues no me preocupa pues al final cada uno defiende sus intereses como más le parezca, sólo de esa manera se crea conciencia, siendo únicos y consecuentes. Me gustan los hombres, no los hombres que quieren ser mujeres.